Y a las tres de la tarde Cristo cierra los ojos por que la vida se le ha escapado. Ya no hay opción para la esperanza, tan sólo para la tristeza y el dolor. Constantina sale a acompañar el triste camino hasta el Monte Calvario, donde Jesús está en el madero. Allí no falta nadie. Todos quieren acompañar a una desconsolada Virgen para aliviarla en sus Dolores. Ella esboza una leve sonrisa de agradecimiento a quienes están allí. La mayoría son bellas mujeres, que enlutadas acompañan a su Madre y a Cristo. Él, que dio todo su Amor por ellos está muriendo en la cruz que días antes cargó al hombro. Siete Palabras es lo último que dice antes de morir. El Amor de Dios se hace presente al brotar agua de la llaga que tan cruelmente le hicieron sus verdugos.
Caminan juntos, Ella detrás del Padre de todos los allí presentes. Los puñales del corazón de la Virgen acentúan aún más el dolor que siente por la pérdida de su Hijo.
Cae la noche, y Cristo muere en Constantina, pero muere para resucitar a los tres días, tal y como lo establecieron las Escrituras.